En el texto de la siempre fascinante obra de Lewis Carroll “Alicia en el País de las Maravillas”, podemos ver cómo la protagonista pretende tener instrucciones que le ayuden para llegar a ninguna parte en concreto. Es posible que muchas organizaciones en el trabajo del día a día, en ocasiones nos hayamos encontrado en una situación similar… ¿adónde ir desde aquí? Alicia tuvo la suerte de encontrarse con un gato que la interpeló: “depende de a dónde quieras llegar”.
Nuestra organización, a falta de tan fantástico recurso, ha tenido que acudir al trabajo concienzudo, al cuestionamiento de los caminos ya transitados y a las ganas de saber más, de explicar mejor y de compartir con la sociedad todo lo que hacemos y queremos seguir haciendo.
Hoy tratamos de presentar el resultado de un trabajo coordinado por la Comisión de Formación de la Asociación Proyecto Hombre y que ha implicado a todos los centros que forman dicha Asociación, en la búsqueda de la concreción de un modelo que defina la intervención que Proyecto Hombre realiza desde hace 25 años y que nos ayude a plantear nuevas vías de intervención y de crecimiento. Por tanto, este trabajo es un nuclear en el desarrollo de nuestra organización.
Pero antes, conviene definir bien de qué estamos hablando. Lo primero sería preguntarnos “y, ¿qué es un modelo? Kazdin (1983) señalaba que un modelo es: ”Una forma global de ordenar o conceptualizar el área de lo que estamos estudiando. Representa una orientación para explicar la conducta, llevar a cabo la investigación e interpretar los hallazgos. Un modelo es una orientación amplia que refleja una posición básica para conceptualizar problemas”.
Es decir, articula las actuaciones, intervenciones, técnicas y evaluaciones de la parte del universo que quieren explicar, como tales deben explicar esa parte de manera satisfactoria y están sometidos a crítica, modificación y, en el caso de no mostrar utilidad, a ser desechados por otros que asuman ese papel.
Los modelos van a servir, por tanto, para definir:
Cuáles son las causas del problema.
- Qué criterios diagnósticos nos resultan de utilidad.
- Qué factores son críticos para el comienzo de la manifestación del problema.
- Qué constructos teóricos sustentan la aparición y el mantenimiento.
- Cuáles son los tratamientos adecuados
- Cómo se configuran los equipos de trabajo que intervienen en áreas como la prevención, el tratamiento o la incorporación social.
- Y por último, cuál es el concepto de persona que se maneja desde el modelo.
Todas estas cuestiones, y algunas más, son las que se han tratado de responder a través de este trabajo. Por tanto, la definición de un modelo, nos va a resultar de utilidad para acompañar la práctica que se viene realizando en la intervención en los programas, con un marco teórico que integre los aspectos que se manejan conceptualmente en Proyecto Hombre y con capacidad explicativa suficiente para encuadrar las diferentes aportaciones metodológicas y la praxis que ha incorporado Proyecto Hombre a lo largo de su historia.
También pretendemos que, a su vez, permita una continua actualización y una adecuada interlocución interna y externa, así como aportar un marco en el que las personas que trabajan en la organización en los diferentes programas tengan, en relación al modelo, una referencia del modelo de equipo que necesita y propone la organización, asimilando las propuestas que en la actualidad definen los equipos eficaces pero proponiendo, a su vez, el modo particular que define los equipos de Proyecto Hombre.
Permitir, en definitiva, que en el presente y futuro de Proyecto Hombre encajen con coherencia las innovaciones y propuestas que se postulen, procedentes de diferentes fuentes, pero resultantes de la evaluación y de la evidencia científica.
EL MODELO BIO-PSICO-SOCIAL
Frente a algunas concepciones reduccionistas (y por qué no decirlo, interesadas) que pretenden explicar el fenómeno de las adicciones desde un modelo exclusivamente biomédico donde hay un enfoque unidireccional de causa-efecto y en el que el diagnóstico y tratamiento de las mismas queda limitado al trastorno mental, desde Proyecto Hombre, asumimos que el modelo que mejor explica el fenómeno de las adicciones es el Modelo Bio-psico-social.
Este modelo viene a decir que las adicciones vienen causadas por múltiples factores y no por un factor único. Estos factores serían:
- Factores biológicos
- Factores psicológicos (lo que implica pensamientos, emociones y conductas)
- Factores sociales.
- Todos ellos juegan un papel importante en el funcionamiento humano en el contexto de la adicción y de la percepción que se tiene de ella. La salud y la enfermedad se transmiten en red y de esta forma, hablaríamos de una causalidad multifactorial del consumo de drogas:
- Causalidad circular, que considera que los factores se influyen mutuamente para dar lugar a una situación concreta.
- Causalidad estructural, que diferencia las causas de los fenómenos de manera jerarquizada entre necesarias, desencadenantes, coadyuvantes y asociadas, permitiendo decisiones y propuestas pragmáticas.
Como decía, Proyecto Hombre se decanta por este modelo, y más concretamente por la versión abierta del mismo, que recoge algunas cuestiones que consideramos de especial relevancia:
- El objetivo es lograr un componente emocional intrínsecamente terapéutico-educativo en la relación establecida.
- Frente a un problema diagnóstico de cierta complejidad, como la adicción, se debe evitar inicialmente tomar posición hacia hipótesis diagnósticas exclusivamente biológicas o psicosociales, es decir, evita focalizarse: todo es más complejo y aparecen continuamente nuevos datos.
- El equipo de trabajo aplicará técnicas de decisión racionales, basadas en evidencias, pero también en el conocimiento de los sesgos que introducen las propias emociones.
EL MODELO BIO-PSICO-SOCIAL EN PROYECTO HOMBRE
Estos puntos, tienen una especial relevancia en una organización como la nuestra y tienen su traducción en temas tan relevantes como la configuración del equipo, el trabajo con el entorno y la incorporación social. De este modo, Proyecto Hombre tiene a la persona como centro de la intervención.
Desde una visión amplia e integral de la misma, se convierte en el primer pilar del tratamiento. Entendemos que la persona adicta tiene sus propios recursos y por tanto, la capacidad de elegir y que esta elección puede ser responsable. La persona es un agente activo en su proceso y por ello el modelo de intervención permite expresar sus preocupaciones más importantes, persigue que verbalicen preguntas concretas, favorece que expliquen sus creencias y expectativas sobre su adicción y facilita la expresión emocional.
ASPECTOS FUNDAMENTALES EN TRATAMIENTO
Entendemos, por tanto, que este modelo se concreta de una forma práctica en unos principios de tratamiento que van a ser nucleares en nuestra propuesta terapéutica y educativa, como son entre otros:
- Establecer una relación terapéutica motivacional, positiva y colaboradora con la persona.
- Desarrollo de un plan de tratamiento específico para cada usuario/a, basado en expectativas realistas.
- Adiestramiento y entrenamiento en técnicas específicas.
- Refuerzo positivo de conductas deseables.
- Implicación familiar en el proceso. Implica a las personas en la confección de un plan de abordaje y tratamiento.
- Metodología grupal. El trabajo en grupo es una de las herramientas fundamentales y en las que se apoyan gran parte de las actividades.
- Individualización de procesos y seguimientos de las personas usuarias y sus familias.
- Responsabilización de todo aquello que hacen o dejan de hacer como motor de su crecimiento personal.
- Formación integral en las distintas áreas que integran su personalidad: comportamental, cognitiva, afectiva y existencial.
- Especial sensibilidad por la perspectiva de género.
TAMBIÉN EN PREVENCIÓN
En lo referente a la prevención, la apuesta por este modelo, permite establecer medidas psicológicas, educativas y sociocomunitarias. La prevención incluye las necesidades psicológicas y sociales de la persona, además de la sustancia. Es decir, es una respuesta integral desde la prevención y permite dar cabida a los programas generales de prevención y educación para la salud, destinados a frenar tanto la magnitud de los problemas adictivos como la de cualquier otra conducta desadaptativa.
“LA PERSONA ES UN AGENTE ACTIVO EN SU PROCESO Y POR ELLO EL MODELO DE INTERVENCIÓN PERMITE EXPRESAR SUS PREOCUPACIONES MÁS IMPORTANTES”
Al inicio del artículo planteaba que la asunción de un modelo, no solo llevaba implícita una metodología de trabajo, sino que implicaba también qué personas y qué configuración de equipo es necesario para llevar a cabo la intervención propuesta.
Con demasiada frecuencia, vemos en la práctica terapéutica una clara distinción entre cliente y terapeuta en el que
Uno está ROTO y otro INTACTO
Uno es DÉBIL y otro FUERTE
Uno está ENFERMO y otro NO
Uno SABE y el otro DESCONOCE
Uno CONTROLA el otro NO CONTROLA
La propuesta desde nuestro modelo viene a cuestionar esta forma de funcionar.
Más bien viene a decir que somos personas que se encuentran y que, aunque es difícil definir lo que convierte a un tratamiento en exitoso, si hubiera que aportar por algo indispensable, sería la relación humana y el encuentro.
Por ello, nuestros equipos se configuran como equipos de diferentes profesionales que trabajan de forma interdependiente en un área común y que: Interactúan de manera formal e informal. Intercambian información de una forma sistemática, Comparten un modelo de trabajo y trabajan para conseguir unos objetivos comunes. No es un equipo multidisciplinar al uso, sino que se configura como un grupo humano con una formación y unos saberes comunes y compartidos y con unos niveles altos de coherencia interna y externa.
Como definiría Paulo Freire: Formación científica, corrección ética, respeto a los otros, capacidad de vivir y de aprender con lo diferente, no permitir que nuestro malestar personal o nuestra antipatía con relación al otro nos haga acusarlo de lo que no hizo, son obligaciones a las que debemos dedicarnos humilde pero perseverantemente.
Fuente: Revista Nº89 Proyecto Hombre
http://proyectohombre.es/wp-content/uploads/2017/02/Revista-PH_89.pdf