QUÉ ES Y CÓMO SE USA
El cannabis es una planta herbácea procedente de las cordilleras del Himalaya, Asia. Entre los componentes del cannabis se encuentra el THC (tetrahidrocannabinol) capaz de producir en el ser humano efectos psicoactivos, es decir, de alterar la percepción y/o el estado de anímico.
Este componente tiene un efecto depresor del Sistema Nervioso Central (provocando efectos ansiolíticos, analgésicos o sedantes) y actúa adhiriéndose a los receptores cannabinoides que se encuentran en determinadas neuronas, comprometiendo así sus funciones mentales. Asimismo, al igual que la mayoría de las drogas, el THC estimula las neuronas del sistema dopaminérgico, actuando como un potente reforzador y produciendo la sensación placentera que buscan las personas que hacen uso recreativo de esta sustancia.
Existen diferentes derivados del cannabis que podemos clasificar en función de la parte de la planta consumida y su forma de elaboración, entre ellos los más usados son la marihuana (también conocido como “hierba”, o “María”) que se elaborada a partir de flores, hojas y tallos secas de la planta; y el hachís (también llamado “polen” o “chocolate” por su presentación en forma de “tabletas”) elaborado a través de la resina segregada de la planta. El uso más frecuente de esta sustancia se realiza por vía pulmonar (fumada) y suele ser mezclada con tabaco. A estos cigarrillos enrollados con cannabis se les denomina “porros”.
QUÉ OBSERVAR
La persona bajo los efectos del cannabis puede presentar síntomas como ojos enrojecidos, pupilas dilatadas, dificultad en la pronunciación, aumento del apetito o la sed, cambios repentinos del estado emocional, lentitud motora o apatía. Aunque en un inicio el consumo de cannabis suele vincularse a contextos sociales, su uso crónico impide una correcta regulación emocional y/o de los ciclos de sueño-vigilia, por lo que acaba siendo utilizado como regulador externo. Es en este periodo cuando las personas del entorno pueden percibir más conductas inadecuadas como irritabilidad, inestabilidad emocional, incumplimiento de compromisos y/o responsabilidades, evasión, descontrol horario y de alimentación, etc.
Debido a que en un inicio los efectos del THC no provocan una gran desestructuración (laboral, social o familiar), la persona inmersa en el consumo suele carecer de conciencia de problema, minimiza las consecuencias del consumo y percibe un control irreal sobre el mismo. Sin embargo a medio y largo plazo el consumo desemboca en problemas de memoria, pensamiento, atención, coordinación y percepción, tanto a nivel sensorial como temporal. Además, en la actualidad sabemos que existe una fuerte vinculación entre el consumo de cannabis y la aparición de brotes psicóticos.
QUÉ HACER
En un inicio podéis solicitar una cita presencial en nuestra sede en el tf. 958296027. En esta cita os proporcionaremos una información pormenorizada sobre las posibilidades y recursos con que contamos en nuestra institución para dar respuesta al problema. Atendemos tanto a personas afectadas como a personas allegadas a éstas.
Hemos de tener en cuenta que no todas las personas tienen las mismas características ni se encuentran en las mismas circunstancias por lo que en un inicio en Proyecto Hombre Granada, se hace una evaluación del perfil de gravedad de la persona que determinará la propuesta de tratamiento posterior. Aunque existen otro tipo de intervenciones, básicamente los programas de tratamiento para adultos con que contamos son tres, dos ambulatorios y uno residencial. Además, llevamos a cabo una intervención específica con personas allegadas:
- Programa Nocturno de Apoyo: Destinado a personas que pese a la conducta compulsiva, se desenvuelven de forma autónoma y desarrollan actividades formativas o laborales que les estructuran el día a día. El tratamiento está programado para poder ser compatibilizado con estas actividades.
- Programa de Tratamiento Ambulatorio: Dirigido a personas que acuden inicialmente en una situación de mayor desestructuración en cuanto a pautas básicas de salud, sueño y que presentan mayor dificultad para la abstinencia. Asimismo, destinado a aquellas personas que inicialmente se encuentran en situación de desempleo.
- Tratamiento Residencial: Destinado a personas con perfil de mayor gravedad o con necesidad de una intervención terapéutica más profunda. Un periodo del tratamiento se lleva a cabo en régimen residencial.
En caso de cambio circunstancial o en base a necesidades de tratamiento, cabe la posibilidad de derivación de unos programas a otros.
- Apoyo y orientación a personas allegadas: Sesiones de seguimiento destinadas a apoyar y propiciar la estabilidad emocional de personas allegadas mediante la propuesta de estrategias y pautas de afrontamiento.
Para dar solución a ese patrón de compulsión por el consumo de personas que han desarrollado una adicción, es necesario identificar por un lado qué factores del entorno están asociados al consumo (P. ej.: círculo social vinculado al consumo, carencia de tiempo libre satisfactorio, estrés laboral, relaciones conflictivas, etc.) y por otro cuáles son los factores personales (P. ej.: insatisfacción personal, conductas de riesgo, factores biológicos, desorientación, funcionalidad del consumo, trastorno psiquiátrico, etc.). Los programas de tratamiento están destinados a identificar el mayor número de esos factores, a minimizarlos y a adquirir herramientas y habilidades para saber hacerles frente y lograr el equilibrio y la satisfacción personal. El fin último de cualquier tratamiento es la autonomía personal.