¿SOLO EXISTE LA ADICCIÓN A LAS SUSTANCIAS (DROGAS)?
«Hasta este momento, únicamente hablábamos de conductas adictivas cuando se trataba de sustancias químicas. Sin embargo, otras actividades son susceptibles de generar comportamientos problemáticos similares al de las drogas. Cualquier conducta que nos resulte placentera podría ser susceptible de convertirse en adictiva» (Echeburúa y Corral, 1994).
Como podemos ver en esta cita, ya en 1994 se tenía la percepción de que no sólo las sustancias (drogas) son susceptibles de generar comportamientos adictivos, si no todo aquello que nos pueda resultar placentero o reconfortante (un like en facebook, un retweet en twitter, ganar una apuesta on-line, ganar un premio en una máquina tragaperras, etc…).
En el 2017 esta percepción es más firme aún si cabe, podemos ver como con el paso del tiempo, las tecnologías son cada vez más accesibles y más fáciles de manejar, facilitando que cualquier persona pueda hacer un uso responsable, pero también siendo susceptibles de que se abuse de ellas.
¿CUÁLES PODEMOS CONSIDERAR COMO ADICCIONES SIN SUSTANCIAS?
«Son muchos los comportamientos que podrían considerarse como adicciones sin sustancia, por ejemplo, jugar con apuesta, compra compulsiva, uso abusivo de internet, redes sociales, videojuegos o dependencias relacionales, entre otras…» (Griffiths, 2000; 2005).
Sin embargo, actualmente el juego con apuesta es la única conducta que es considerada como adicción comportamental. El resto de los comportamientos mencionados no son propiamente adicciones pero su abuso puede ser problemático y comparten aspectos con las adicciones (APA, 2013).
¿QUÉ CONSECUENCIAS NEGATIVAS PODRÍAN TENER LAS ADICCIONES SIN SUSTANCIAS?
Son muchas las consecuencias que podrían tener el abuso de determinadas conductas, por ejemplo: fracaso escolar, ansiedad, tristeza, irritabilidad, cambio del estado de ánimo, aislamiento de relaciones sociales, pérdida económica, problemas de conducta, etc…
¿LAS NUEVAS TECNOLOGÍAS SON SALUDABLES PARA LA SALUD MENTAL?
Aunque aparentemente se tratan de conductas diferentes, hay aspectos que podrían ser comunes a todas ellas. Uno de los aspectos más importantes es que podría hacerse un uso abusivo de estas conductas porque generan alivio de situaciones desagradables y sirven como medio para desconectar del malestar emocional que sufre la persona (Jáuregui, Estévez y Urbiola, 2016). Asimismo, a medida que su uso es mayor también aumentan los síntomas de tristeza y de ansiedad cuando no se lleva acabo cierta acción.
El uso de las nuevas tecnologías está muy generalizado y parte de su éxito podría estar relacionado con aspectos nucleares de las personas. Todos cuando nacemos necesitamos de otros para sobrevivir, para crecer en la infancia necesitamos que otros nos alimenten física y emocionalmente (Estévez, 2013). Cuando se cubren esas necesidades, los niños y las niñas crecen psicológicamente (Young y Klosko, 1994). Sin embargo, cuando no se satisfacen o se viven experiencias traumáticas, aparecen graves problemas que pueden afectar toda la vida.
En primer lugar, la seguridad básica junto con la necesidad de sentirnos seguros son unas de las necesidades más importantes.
En segundo lugar, las necesidades básicas de relación con los demás. De las demás personas necesitamos amor, atención, empatía, respeto, cariño, comprensión y una guía que nos ayude a manejarnos en el mundo. En la relación con los otros, necesitamos establecer intimidad. Esto suele producirse con la familia, con la pareja y con las amistades, que son con quienes establecemos los vínculos emocionales más cercanos. Se trata de un sentimiento de pertenencia, de encajar en la sociedad.
En tercer lugar, se encuentra la autonomía que se trata de la habilidad de separarnos de nuestros padres y de funcionar con independencia en el mundo. Es la capacidad de comportarse como un individuo con una identidad propia, teniendo una vida propia con objetivos personales, sin depender del soporte o dirección de nuestros padres. Esto es, sentirse lo suficiente seguro o segura para aventurarse al mundo.
En cuarto lugar, es necesaria la autoestima para desarrollarse y crecer. La autoestima es un sentimiento interno de que somos personas dignas en nuestras vidas en el ámbito personal, social y laboral.
Por último, la autoexpresión es la libertad de expresar nuestras necesidades, sentimientos, incluyendo la ira, y actuar espontáneamente sin una inhibición desmesurada (Young y Klosko, 1994).
El uso de las nuevas tecnologías es tan popular y generalizado porque podría servir para alimentar todas esas necesidades básicas que tenemos los seres humanos. Podrían servir como elemento de estar en relación con los otros en todo momento y no encontrarnos solos ya que podemos fácilmente estar en contacto con otros o recibir “me gustas” constantemente. Asimismo, permiten que tengamos más libertad que en la comunicación cara a cara para poder comunicar lo que queramos y podamos recibir atención en todo momento.
Es difícil igualar una tecnología que nos facilita estar acompañados, sentirnos valorados, escuchados sin la dificultad de otro tipo de comunicación. Estas podrían ser algunas de las razones por las que todos nosotros hemos sucumbido tanto a estas técnicas. El debate se abre desde el punto de vista de que esta tecnología no ayuda a la mejora de la tolerancia a la frustración, a ser capaces de controlar los impulsos ya que se puede obtener todo lo que queramos inmediatamente y que, protegidos desde el anonimato, hay muchas conductas de riesgo y exposición que podrían dañarnos.
Los entornos virtuales, además, sobre todo para jóvenes y adolescentes dificultarían que pudieran distinguir entre la realidad y el mundo de fantasía lo que podría generar importantes problemas en la relación con otros, haciendo una transferencia del mundo de la realidad al de la fantasía y viceversa. Unido a esto, es importante reflexionar sobre la dificultad para conectar con nosotros mismos y las implicaciones que esto tiene si la conexión es a través de esa red y no de otras.
FUENTE: Artículo de Ana Estévez Gutiérrez, publicado en la Revista PROYECTO Nº 93. ASOCIACIÓN PROYECTO HOMBRE
Articulo original en: http://proyectohombre.es/wp-content/uploads/2017/07/MR3_Tecnologias_saludables_Ana_Estevez.pdf